BioBrasil: Algunas de las más hermosas leyendas del folclore brasileño

Brasil es el campo de cultivo ideal para todo tipo de mitos y leyendas, un lugar en el que, prácticamente, cualquier cosa puede suceder.

En esta emisión de BMQS os descubrimos algunas de las más hermosas leyendas del folclore brasileño. Las hay de todo tipo: de origen indígena, traídas por los colonos europeos o por los esclavos africanos, y por supuesto, fábulas mixtas, netamente brasileñas, cuentos que nadie sabría precisar quién empezó a contar.

Leyendas amazónicas: El boto rosa, el (o la) Curupira y la mítica Iara

El boto o boto rosado es una especie de delfín de agua dulce, típico de los ríos amazónicos. Cuentan que durante las fiestas de San Juan, siempre con luna llena, el boto aparece transformado en un apuesto joven, vestido de blanco y con un sombrero en la cabeza, para tapar el agujero que todos los cetáceos tienen para respirar y que no desaparece con la transformación. Galante y apasionado, el boto seduce a las chicas que pasean sin compañía, y se las lleva al fondo del río, dejándolas embarazadas.

Esta historia -muy socorrida- se utilizaba a menudo para justificar el embarazo de chicas solteras, echando la culpa de todo a la atracción irresistible de este delfín amazónico…

Sin abandonar el Amazonas, nos topamos con otro personaje fascinante del folclore nordestino como es el Curupira. Se trata de una entidad que habita en las selvas y bosques, con aspecto de niño de cabello largo y rojo, y cuya característica principal es que tiene los pies vueltos del revés, con los talones hacia delante. El Curupira (o la Curupira, porque también se habla de esta criatura en femenino) engaña a cazadores y viajeros, haciéndoles perder el rumbo, desorientándoles en mitad de la selva, con señuelos y falsas señales. Por eso tiene los pies al revés: para que sus huellas parezcan estar alejándose cuando, en realidad, está justo a tu espalda.

Para congraciarse con él basta con acordarse de dejarle un regalo antes de adentrarnos en la selva: algo de comida, un poco de licor, una corona de flores… Y, sobre todo, debemos mostrarnos respetuosos con la flora y la fauna que nos rodea, porque esta entidad es el de guardián de la floresta, y está dispuesto a defenderla a toda costa.

Tanto o más famosa que el Curupira es Iara, nombre de origen tupí que significa “señora de las aguas” o “madre de las aguas”. Al principio Iara era una princesa indígena de espectacular belleza y grandes cualidades, tantas que sus celosos hermanos decidieron acabar con ella. Pero, la chica que además era una hábil guerrera consiguió invertir las tornas en el último momento y matar a sus hermanos. Luego huyó de la aldea, temerosa de la reacción de su padre, que era el chamán de la tribu. Su padre removió cielo y tierra para encontrarla y como castigo por su crimen decidió arrojarla al río. Sin embargo, los peces, enternecidos por el valor y la belleza de la muchacha, lograron salvarla, transformando a Iara en una sirena.

Leyendas del sur y el sudeste: el Negrinho do pastoreio y el Saci Pererê

Cambiando radicalmente de espacio y de tiempo, nuestra siguiente historia es la del Negrinho do pastoreio, una leyenda afrocristiana especialmente popular en la región sur de Brasil desde finales del S. XIX. Cuenta la historia que, en tiempos de la esclavitud, había un malvado ganadero, cruel con sus negros y peones. Un día, el hacendado ordenó a un niño de 14 años sin padrino y sin nombre, conocido solamente como Negrinho, que llevara a pastar a los caballos y potros que acababa de comprar.

Cuando el niño regresó, el hacendado afirmó que le faltaba un caballo bayo. Cogió su látigo y le dio un zurra terrible al crío, dejándolo malherido y sangrando. Luego lo ató, desnudo, sobre un hormiguero, para que los insectos lo devoraran. Cuando al día siguiente fue a ver el resultado de su obra, se llevó un susto de muerte: el crío estaba allí, sí, pero de pie y con la piel lisa y suave, sin marcas de latigazos o de picaduras. Junto a él, estaba la Virgen María, que actuaba como madrina del niño. El hacendado se arrojó al suelo y suplicó perdón, pero el Negrinho se limitó a besar la mano de la santa, a montarse en el caballo bayo y partir conduciendo al resto de la manada.

Desde entonces, los trotamundos, mercaderes ambulantes y carreteros de la región afirman haber visto a un niño negro sobre un caballo bayo pastoreando a un grupo de animales.

El programa se despide con la leyenda del Saci Pererê que aparece por primera vez en el siglo XIX en la región sudeste de Brasil, desde donde se extiende a todo el país. O Saci es un niño negro, con una sola pierna (la otra, según dicen, la perdió en un combate de capoeira) y dependiendo de la zona donde se cuente la historia es un ser maligno, bienhechor o simplemente un bromista consumado.

Va siempre con una pipa en la boca y un gorrito rojo que le otorga poderes mágicos. Vive tramando travesuras a todas horas y fastidiando al personal. Le encanta por ejemplo robar caballos, quemar la comida, cambiar la sal por el azúcar o agriar la leche. Si alguien le quita el sombrero, el Saci está obligado a concederle un deseo. Un truco por si alguna vez os persigue es dejar caer un cordón lleno de nudos. Sin poder remediarlo, el Saci se detendrá a desatarlos todos, uno por uno, dándoos tiempo a escapar.

Para saber más

Turma do Folclore. Música do Curupira:

Serie de cortometrajes Juro que vi:

Coletânea da Turma do Folclore “Lendas brasileiras”:

“Iara” del grupo Anfear:

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