Esta primera entrega de “O samba da minha terra”, en colaboración con el Museu da Vida de la Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz, Brasil), tiene como tema la samba y la divulgación científica. Y ¿la ciencia hace samba? La hace, sí señora. La hace, sí señor. Y para probarlo y comprobarlo, esta emisión está dedicada al bloco de carnaval “Discípulos de Oswaldo”.
A principios del siglo XX, los blocos carnavalescos, los blocos de calle, participaron en la creación de la samba carioca, del carnaval como fiesta popular y también de las escuelas de samba. En la década de 1990, asistimos a un renacimiento, tímido, pero fructífero de los blocos de calle, como los famosos “Suvaco de Cristo”, “Simpatía é quase amor”, “Escravos da Mauá”, entre otros (Herschmann, 2013). Y ya en el siglo XXI, el carnaval de calle de Río de Janeiro se extendió de forma tan amplia, que se convirtió en un gran atractivo turístico, además de, no de rivalizar, obviamente, pero sí de ofrecer una alternativa complementaria al carnaval de la Sapucaí.
Y en ese contexto, en diciembre de 2001, se crea el bloco “Discípulos de Oswaldo”, que tiene como patrono a nada más y nada menos que el sambista Nelson Sargento, cantante, compositor e investigador de la música popular brasileña, y presidente de honor de la escuela de samba carioca Mangueira. El nombre del bloco “Discípulos de Oswaldo” es, por tanto, un merecido homenaje al científico Oswaldo Cruz y forma parte de la iniciativa cultural y social del Sindicato de los Trabajadores de la Fiocruz (Asfoc-SN). El carnaval, en sus diversas manifestaciones, siempre bebe en la fuente de la crítica social y la actualidad. Y los “Discípulos de Oswaldo” no actúan de forma distinta, aunque sí presentan una característica única: el bloco tiene como objetivo reunir a la comunidad entorno a un diálogo sobre temas que van desde la salud, pasando por la ciudadanía, hasta la cultura.
La periodista del Museu da Vida Melissa Cannabrava entrevistó al maestro de la batería del bloco “Discípulos de Oswaldo”, Carlos Noronha, para contarnos sobre el bloco y su experiencia de combinar samba y ciencia. En la entrevista, Carlos Noronha habla sobre su visión de la relación entre la ciencia y la samba, pautada por la divulgación científica, y en un segundo momento, nos cuenta como se produjo la fundación del bloco. Como muchos otros blocos carnavalescos, “Discípulos de Oswaldo” surgió del encuentro de un grupo de amigos dispuestos a demostrar que de la ciencia también sale samba.
Como todo bloco de carnaval que se precie, el “Discípulos de Oswaldo” presenta siempre temas de actualidad de la ciencia y la tecnología. Precisamente, la samba enredo del carnaval 2020 fue “Fiocruz 120 años: ciencia, salud y alegría”, muy celebrada por sus seguidores. La letra es de Janete Duarte, compositora y trabajadora del Instituto Nacional de Control de Calidad en Salud de la Fiocruz, y rinde homenaje a la Fundación Oswaldo Cruz, que a lo largo de este año ha desempeñado un papel de extrema relevancia durante la pandemia de COVID-19, produciendo los kits de detección del nuevo coronavirus y participando en debates con la Universidad de Oxford, en Inglaterra, para la producción de la vacuna. Además, Carlos Noronha nos habla del taller de batucada como una experiencia de aprendizaje y socialización entre los participantes.
El carnaval brasileño es una experiencia democrática, o por lo menos, debe pretender ser lo más democrática posible. Por eso, en la entrevista, Carlos Noronha explica la estructura del bloco, que (¡atención!) cuenta con 500 participantes. El bloco “Discípulos de Oswaldo” sale los miércoles antes del carnaval y desfila por la comunidad del cerro de Amorim, en los alrededores de Manguinhos (Río de Janeiro), donde se localiza el emblemático edificio de la Fiocruz. Pero, no solo. El bloco también actúa en diversos eventos de las institución, como fiestas del Día del Trabajo o fin de año, además, claro, de amenizar las demás unidades del instituto. Carlos Noronha nos revela también la colaboración del bloco con el cantante Elimar Santos. Sobre la batucada, llamamos la atención sobre algo muy importante: el taller de batucada originalmente tenía el objetivo de reunir un grupo de personas para formar parte de la batería del bloco, pero hoy en día, desempeña un papel fundamental como herramienta de la salud para los trabajadores.
Pero no todo es de color de rosa. Carlos Noronha nos cuenta que al principio tuvo que hacer frente a la resistencia de la comunidad científica, hasta conseguir, finalmente, que se abriera poco a poco a esta iniciativa que permite el diálogo entre expresiones culturales, entre universos que, aparentemente, son tan distintos: la ciencia y el conocimiento científico, ejemplificados en su espacio por excelencia, el laboratorio, y la samba, tan genuinamente popular, y dueña absoluta de las calles, callejones y manzanas, muchas veces marginalizados.
Al final de la entrevista, Carlos Noronha comparte con nosotros reflexiones sobre samba enredo y ciencia. El tema en sí no es nuevo: la ciencia fue, o mejor dicho, viene siendo, tema de sambas enredos imprescindibles para la historia del carnaval carioca. La novedad está, por tanto, en pensar sobre esa relación, probablemente, mucho más en los espacios académicos, en los espacios de producción formal del conocimiento, porque, claro está, los carnavaleros y sambistas ya ha trillado más y más rápido este camino. Quien tenga interés en conocer más sobre el bloco “Discípulos de Oswaldo”, puede visitar la página de la Asfoc.
Este podcast ha sido una producción de las periodistas del Museu da Vida, Renata Fontanetto, Julinne Gouveia y Melissa Cannabrava, responsables de la investigación y la entrevista que emitimos en el programa.
Referencias:
ASFOC Sindicato Nacional: Canal de Youtube de la ASFOC Sindicato Nacional, Sindicato de los Trabajadores de la Fiocruz y Facebook.
Bloco Discípulos de Oswaldo já tem samba para o carnaval 2020. (2020). ASFOC. Página web. Recuperado el 16 de noviembre de 2020, en este enlace.
Herschmann, N. (2013). Apontamentos sobre o crescimento do Carnaval de rua no Rio de Janeiro no início do século 21. Intercom, Rev. Bras. Ciênc. Comun., 36(2), 267-289.