El pasado 1 de noviembre se cumplían 100 años de la muerte de Afonso Henrique de Lima Barreto, más conocido simplemente como Lima Barreto, uno de los mayores narradores brasileños del premodernismo. Mulato en un Brasil que acababa de abolir la esclavitud y autor de una obra lúcidamente comprometida con su tiempo, Lima Barreto tuvo una vida acosada por la pobreza, la locura y la tragedia, al estilo de Edgar Allan Poe, pero con acento carioca. La mayor parte de su obra fue descubierta y publicada después de su muerte, gracias al trabajo de Francisco de Assis Barbosa, autor de A vida de Lima Barreto, la más completa biografía del escritor hasta la fecha. Desde BMQS le rendimos hoy un pequeño homenaje y os presentamos la historia de un hombre de talento excepcional, que en sus escasos 40 años de vida, tuvo tiempo de dejar una huella indeleble en los anales de la literatura brasileña.
Orígenes de un alma atormentada
Alfonso Henriques de Lima Barreto nació el viernes 13 de mayo de 1881 en Río de Janeiro, entre los barrios “ricos”, que él detestaría siempre, de Laranjeiras y Botafogo. Sus padres, ambos mulatos, tenían una posición social y cultural relativamente buena. Eran nietos de esclavos libertos y de miembros cultos y ricos de familias botafoganas.
El padre de Lima Barreto, João Henriques, fue un hombre bastante culto que hablaba francés y estudió para ejercer como gráfico. Siempre recibió el apoyo de Afonso Celso, senador monárquico del Partido Liberal quien, después de 1889, con la proclamación de la República, fue perseguido y tuvo que exiliarse. Otro padrino ayudaría a João Henriques a encontrar el que sería su último empleo: proveedor de la Colonia de Alienados de la Ilha do Governador. La madre del escritor, que era profesora de primaria, murió de tuberculosis cuando Lima Barreto tenía sólo 7 años.
A pesar de ser huérfano de madre, la infancia y adolescencia de Lima Barreto en la Ilha do Governador fueron bastante felices y, bien apadrinado, estudió en los mejores colegios y liceos de la época. El joven mulato llegó a cursar incluso varios años de ingeniería en la prestigiosa Escola Politécnica. Pero su vocación eran las letras y con su excelente francés y su pasable inglés, el futuro escritor se entusiasmó con los autores que lo acompañarían el resto de su vida: Renán, Balzac, Flaubert, Maupassant, Anatole France, y los rusos, Dostoievski, Tolstoi, Chéjov y Turgueniev.
Es probable que Lima Barreto hubiese acabado la carrera de no ser por una tragedia que nunca fue capaz de superar: en 1902 su padre enloquece y él se ve obligado a dejar los estudios y ponerse a trabajar. Empleado como amanuense en la Secretaría de la Guerra y escribiendo para varios diarios, Lima Barreto logra sustentar a su familia a costa de irse a vivir a los suburbios donde, además, los gritos de su padre demente no molestan a los escasos vecinos.
Primeros trabajos
Es hacia 1907-1908 cuando el autor escribe sus primeras novelas: Recordações do escrivão Isaías Caminha y Vida e Morte de M. J. Gonzaga de Sá. Ambos personajes son “alter egos” del autor, lo que convierte a esta primera literatura en un excelente testimonio de su sufrimiento: la mediocridad del trabajo de amanuense, las numerosas injusticias, incluida la discriminación racial y el abismo de la locura.
Cuando finalmente encuentra un editor dispuesto a publicar su trabajo, el autor elige Isaías Caminha que es una novela que denuncia la sordidez del medio periodístico y no oculta que el periódico objeto de su crítica es, ni más ni menos, que el mismísimo Correio da Manhã. Como es lógico esto le acarreó un sinfín de enemistades y desencuentros. Y es que, desde el primer momento, su obra dio voz a los pobres, los bohemios y los arruinados, a la vez que criticaba, sutilmente y con humor, los vicios y corrupciones de la sociedad y la política. Fue denostado por muchos escritores contemporáneos por su estilo llano, sencillo, despojado de toda floritura y plagado de lenguaje coloquial, hasta el punto de que Manuel Bandeira dijo que sus textos eran un reflejo de la “fala brasileira”. En este sentido, es muy recomendable el artículo de Eliana de Freitas Drutas, titulado “Os sentidos do lusitanismo em Crônicas da Província do Brasil de Manuel Bandeira”, disponible aquí.
Si estas primeras novelas no llegan todavía a la perfección, el autor ya dejaba entreever lo que será su obra magna: la historia de ese Quijote brasileño que es Triste Fim de Policarpo Quaresma, y sus cuentos.
Hacia 1911-1912 Lima Barreto experimenta su mejor momento creativo. Son de esta etapa cuentos como “O Homem que sabia javanês”, en el que nos presenta el caso de una persona que, afirmando que habla javanés, sin conocer en realidad el idioma, consigue engañar a buena parte de la sociedad carioca de la época y hasta ascender en la carrera política, académica y diplomática. O “A Nova Califórnia”, donde un alquimista descubre el modo de convertir los huesos en oro, lo que lleva a los habitantes de una pequeña población a profanar las tumbas del cementerio y hasta a cometer asesinatos, corrompidos por la avaricia y el deseo de ascenso social. Pero es sin duda la novela Triste Fim de Policarpo Quaresma, de esta misma época y que aparece publicada en entregas en el diario Jornal do Commercio, la más representativa de la obra de Lima Barreto.
En Triste fim, se narra la historia de Policarpo Quaresma, un hombre de inteligencia media, pero cargado de buena fe y fervoroso nacionalismo. En su lucha por popularizar lo que él considera la verdadera cultura brasileña, Policarpo es siempre tratado con dureza por la sociedad, que le tilda de loco. A lo largo de la obra, Lima Barreto también ridiculiza el apego de la sociedad a los títulos, sobre todo, al de bachiller, y critica a las instituciones políticas y la ineficaz y tediosa burocracia.
Triste Fim de Policarpo Quaresma sólo tendrá reconocimiento público cuando el autor, pagando la edición de su propio bolsillo, lo publique en forma de libro, en 1916. Lima Barreto tenía entonces frente a sí los diez años que lo hundirían en el alcoholismo, la locura y la muerte. Las humillaciones raciales, de las que se queja en su Diário íntimo, la pobreza, el ver sus libros postergados (muchos de ellos solo se publicarían de forma póstuma), la falta de amor, la desgracia instalada en su casa bajo la forma de un padre demente, la soledad y la incomprensión, en fin, llevaron a Lima Barreto al alcohol. Dice en su Diário íntimo:
Hoy me puse a leer viejos números del Mercure de France. Recuerdo bien que los leía antes de escribir mi primer libro. Lo publiqué en 1909. Hasta hoy, de nada sirvió. No tengo editor, no tengo diarios, no tengo nada. Me invade el desaliento más grande. Tengo siniestros pensamientos. Me pongo a beber; paro. Los pensamientos vuelven y también el tedio de mi vida doméstica, de mi vivir cotidiano y entonces, bebo. Una borrachera tras de otra y entonces llega la melancolía. ¡Qué círculo vicioso! ¡Qué lástima! Me despido, uno por uno, de mis sueños.
Diário íntimo, p. 171.
A pesar de su decadencia física, el novelista escribiría todavía Numa e a ninfa, Os Bruzundangas, Bagatelas, numerosos cuentos y la novela Clara dos anjos, que sólo vería la luz tras su muerte y que, otra vez, reúne sus tópicos: los seres del suburbio, objeto de la corrupción en un universo donde los sueños chocan contra la ferocidad de las relaciones sociales y raciales.
El triste fin de Lima Barreto
En 1916 se produce su primera internación, de dos meses, por delirio. Lo que parecía un delirio alcohólico se reveló como una depresión profunda con accesos de manía persecutoria. El diagnóstico del Hospital Nacional de Alienados es corto y simple: “neurastenia”, que literalmente significa “fatiga de los nervios”. Lima Barreto lucho siempre contra el alcohol, pero perdió la batalla.
El escritor conocerá otras internaciones, por “neurastenia” y también por “alcoholismo crónico”. Como resultado de ellas escribirá Diário do Hospicio y, especialmente, Cemitério dos Vivos, una novela inacabada publicada parcialmente en 1921, en el mismo año en el que el autor presentó por tercera vez su candidatura a la Academia Brasileira de Letras. En las dos primeras ocasiones fue rechazado y, esta vez, fue el propio Lima Barreto el que renunció antes de las elecciones, ya con la salud terriblemente minada.
Lima Barreto murió el 1 de noviembre de 1922 en la casa que alquilaba con su familia en el barrio carioca de Todos os Santos. Su padre agonizaba y la hermana los cuidaba a ambos: al padre demente y a su hermano acometido de “gripe torácica”. La hermana lo encontró muerto en su cama con la Revue des Deux Mondes sobre el pecho. Su padre moriría dos días después en medio de su delirio. Lima Barreto está enterrado en el Cementerio de São João Batista, donde irónicamente, como todo en su vida, se encuentra también el mausoleo de los inmortales de aquella Academia Brasileira de Letras en la que nunca logró entrar.
Para saber más
Martha, A. A. Penteado. Lima Barreto e a crítica (1900 a 1922). A consipiração de sielêncio. Disponible aquí.
Mosquera, H. La literatura militante debate de identidad nacional. Lima Barreto y “El triste fin de Policarpo Quaresma”, una contestación al ideario ufanista. Disponible aquí.