El pasado 27 de febrero el CEB inauguraba la exposición “Mães de umbigo” de Eduardo Queiroga, el primero de los seleccionados por el programa de Residencia Artística de Fotografía de 2023. La muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 14 de abril en el Palacio de Maldonado, nos acerca al universo de las parteras tradicionales, a las que los niños y adultos que llegan al mundo de su mano suelen llamar madrinas o mães de umbigo (madres de ombligo). En esta ocasión, BMQS entrevista al fotógrafo Eduardo Queiroga, que nos habla de este maravilloso proyecto y nos descubre la importancia de preservar los usos y saberes tradicionales.
Conociendo a Eduardo Queiroga
En primer lugar, Eduardo nos cuenta que es fotógrafo desde hace más de treinta años y que optó por cursar la carrera de periodismo porque era una forma de ganarse la vida con una cámara en la mano. Al licenciarse, a finales de los años 1980, trabajó un tiempo en periódicos, revistas y agencias de noticias, tanto dentro como fuera de Brasil.
Poco a poco, se fue implicando en proyectos socio-culturales, en los que la fotografía era una forma de lenguaje, de expresión, y no mera ilustración o noticia. Esos proyectos, con algunos de los que sigue colaborando hoy día, fueron muy importantes para él, porque le permitieron percibir la amplitud del universo fotográfico y mejorar su formación. Por otro lado, de su mano, volvió al ambiente universitario donde empezó a enseñar fotografía en distintos cursos superiores. De hecho, es profesor del Departamento de Fotografía y Cine de la Escuela de Bellas Artes de la Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG, Brasil), donde coordina el proyecto de extensión “Bordas da Imagem”.
Esos mismos proyectos culturales en los que estaba involucrado, son los que le acaban llevando al universo de las parteras tradicionales, que es el tema de la exposición “Mães de umbigo”. Todo empezó en 2007, cuando una gran amiga de Eduardo, vinculada a la lucha por un parto humanizado, se puso en contacto en él. Había conocido a una partera muy importante del estado de Pernambuco, tierra natal de Eduardo, que le habló de la importancia de registrar los saberes tradicionales de las parteras. Esos conocimientos eran transmitidos oralmente, de generación en generación, y por eso era importante dejar constancia de ellos para evitar que se perdieran. A partir de ahí, la investigación fue tomando cuerpo, y el resto, como se dice, ya es historia.
La lucha por preservar los saberes tradicionales
En la segunda parte de la entrevista, Eduardo Queiroga nos comenta que, por fortuna, el mundo empieza a abrirse a los saberes de los pueblos tradicionales, saberes que, más allá de unos conocimientos concretos, nos ofrecen auténticas lecciones de resistencia y supervivencia al paso del tiempo. Estos conocimientos han dejado de verse como algo secundario, casi anecdótico o mera superstición, para valorarse y ser objeto de estudio. Y es que, como bien dice Eduardo “hay varias formas posibles, interesantes e importantes de conocimiento”.
En el caso que nos ocupa, que es el de las parteras, se trata de un saber antiquísimo, que existe desde los albores de la humanidad, cuando unas mujeres ayudaban a otras en el trabajo de parto. El conocimiento se fue construyendo y evolucionando y, al llegar a la Edad Moderna, sus quehaceres empezaron a ser objeto de prejuicios que se mantienen hasta la actualidad.
Eduardo nos dice que, muchas veces, la gente piensa en la partera como algo lejano, algo que quedó atrás en el tiempo o en el espacio, anterior a los hospitales, la epidural y las cesáreas. Pero el parto (y, por tanto, la partera) existe en todas partes: en la ciudad, en el campo, en lugares remotos y a la vuelta de la esquina. El objetivo de la exposición que podéis visitar en el CEB es, precisamente, posar la mirada sobre esos saberes, a fin de reconocer la importancia de estas prácticas y mostrar como éstas fueron y siguen siendo necesarias.
Sobre el proyecto “Mães de umbigo”
Siguiendo con la entrevista, Eduardo Queiroga nos cuenta cómo se desarrolló el proyecto “Mães de umbigo”. Decidieron estructurarlo en forma de investigaciones de campo en las que estaban involucradas muchas personas. Eduardo era el fotógrafo, pero había antropólogas, psicólogas y otros profesionales que salieron en busca de las parteras y hablaron con ellas en sus casas, intentando rescatar sus conocimientos. Algunas de estas mujeres eran muy mayores, y ya no atendían partos, pero aún había muchas en activo.
Fueron horas y horas de entrevistas, con más de 200 parteras, acompañadas del estudio de documentos y, sobre todo, ¡de fotografías! Después de algún tiempo, los miembros del proyecto elaboraron dos inventarios que recogían los saberes y prácticas de las parteras, abarcando una región bastante amplia del estado de Pernambuco, desde el litoral a lo más profundo del sertão. Tiempo después, volvieron a los mismos lugares en los que habían estado, y organizaron exposiciones con las fotografías de Eduardo, como una forma de devolver los resultados de la investigación a esas mujeres y a las comunidades a las que pertenecían.
En 2019/2020, decidieron nacionalizar el proyecto, abarcando otras regiones y estados de Brasil, en un intento de ampliar una investigación que visaba el reconocimiento de estos saberes como patrimonio nacional. El estallido de la pandemia, les obligó a poner fin al trabajo de campo, pero ahora vuelven a la carga dispuestos a conseguir su objetivo.
Centrándose ya en la exposición que podéis visitar en el CEB, Eduardo Queiroga nos comenta que se trata de un recorte muy pequeño de todo el trabajo realizado, que incluye miles de fotografías. En él, los visitantes podrán ver el rostro de las parteras, un poco de su ambiente y de sus casas y, con ello, podrán hacerse una idea de su mágico universo. Desde el punto de vista técnico, Eduardo nos dice que, al no saber las condiciones de trabajo con las que se iba a encontrar, optó por la iluminación natural, sin focos ni retoques, solo lo que hubiera disponible en cada caso: una ventana, una puerta, la luz del sol en un patio florido… Con ello, consiguió dar unidad a un trabajo que lleva en marcha 15 años, tiempo de sobra para muchas técnicas y aparatos hayan quedado obsoletos.
La exposición es una invitación que hace al público para conocer el mundo rico y variado de las parteras. Un mundo que precisa ser valorado, como ya hace el Museo de la partera, que acoge esta y muchas otras iniciativas.
Para terminar, queremos agradecer a Eduardo Queiroga su amabilidad a la hora de atendernos, ¡incluso en mitad de un trabajo de campo! y desearle todo el éxito del mundo en su proyecto. Y a vosotros os esperamos hasta el próximo 14 de abril en el Palacio de Maldonado para disfrutar de estas maravillosas “Mães de umbigo”.